jueves, 14 de marzo de 2024

Ensayo “Qué puede aportar la poesía a la formación integral del ser humano”


“Qué puede aportar la poesía a la formación integral del ser humano”

Quiero aclarar antes de empezar que soy docente de primaria y que cuando doy poesía uso como disparador el hecho central de este ensayo. El Gol de Maradona a los ingleses.

El desafío está claro, la pregunta es   ¿Qué puede aportar la poesía a la formación integral del ser humano?

Tan sencilla como compleja se presenta para desentrañar uno de los motivos que distinguen al ser humano del resto de los mortales que habitan este planeta.

¿Cómo escribir sobre el arte, sobre la expresión humana de los sentimientos?.  Cómo hablar de algo tan propio, subjetivo y a la vez hermanador, compartido y común. Si nos abarca, nos penetra y nos expande al universo.

Para hacerlo comenzaré citando uno de los momentos más épicos vividos por los argentinos y del cual todos lo recordamos (lo hayamos vivido o no) , un momento único, atravesado por una conjugación de sentimientos y que a su vez tiene un relato poético. Hablo del gol de Diego Armando Maradona a los Ingleses el 22 de Junio de 1986.  Hablo del mejor gol del siglo. Cargado de llanto, de desahogo, de revancha, de nuestros pibes de Malvinas que jamás volverán. Parece irreal, pero muchas cosas están en juego en ese momento para nuestra nación.

El siguiente relato es ejecutado por Victor Hugo Morales y dice así.

“Arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, deja el tendal y va a tocar para Burruchaga… ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… Gooooool… Gooooool… ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo! ¡Diegoooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme… Maradona, en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos… Barrilete cósmico… ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2 – Inglaterra 0. Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona… Gracias, Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2-Inglaterra 0”.

En este mismo momento en un país que lleva a cuesta la muerte de sus seiscientos cuarenta y nueve soldados por una guerra injusta y descarada encabezada por un gobierno militar cruento al que hay que agregarle treinta mil desaparecidos y los crímenes de lesa humanidad. Un país que se ha auto bombardeado, un país que lleva a sus espaldas años y años de rebelión al sometimiento imperialista aun corriendo por sus venas. En ese contexto Diego Armando Maradona  le tira un piedrazo a Goliath y lo derriba. La gente queda muda frente al televisor y un segundo después las calles se inundan de papelitos, saltamos de las sillas y los sillones , tiramos un sifón de soda en el descuido y agarramos  lo primero que tengamos a mano y lo abrazamos fuerte, lloramos y explotamos de emoción.

¿ No es acaso eso un acto poético en sí mismo?

Para contraponer esta idea voy a ir al mismo hecho y el mismo contexto. 

Por otra emisora radial se encuentra otro hombre relatando   el mismo hecho.

Su nombre es Mauro Viale y lo vivió así.

"Diego, qué partido, eh. Notable lo de Maradona, notable, notable, notable... Se va, se va, se va. Le pega y es gol, le pega, le pega... Goooooooooooolazo de Maradona. El mejor del mundo. Maradona dos. Inglaterra cero. Qué golazo", 

Luego de este relato me imagino que también se festejó, pero si la memoria no me deja traicionarme creo que en el primero explotaron hasta las vidrieras de los cafetines y las casas de electrodomésticos

Lejos de desmerecer el relato de M. Viale quiero, por contraposición nuevamente, que se note la importancia de la poesía en la expresión del ser humano.

El gol de Maradona tiene todo lo que tiene que tener la poesía, por causa y por efecto.

Expresa sentimientos a través de las palabras, ataca a lo más profundo del ser  y desde allí nos lleva a llorar, a reir a ser por un momento los mejores del mundo. Un momento que al día de hoy lleva 37 años y seguimos  contando. 

Cuenta con otra característica que es la universalidad. Victor Hugo Morales es Uruguayo y se desvive en ese grito. Mauro Viale es Argentino. Es inconsciente y es colectivo.

El relato de V. H. Morales cuenta con otro ingrediente más para esta exquisita salsa que es la poesía. Es visceral, espontáneo y en eso gana lo irracional. El Gol no está ensayado, el relato tampoco. Victor Hugo fue dejándose llevar por todo lo que le iba sucediendo mientras Maradona iba desperdigando ingleses  por el campo de juego. Las palabras iban saliendo una a una, como si una a una le fueran dando fuerza a las piernas del Diego y lo invitaran a bailar ese tango maravilloso que fue ese gol y como si las piernas de Maradona le dieran a Victor Hugo la fuerza para sacar de adentro suyo las palabras tan bien merecidas para quien es considerado el mismísimo Dios para muchos argentinos.

Obsérvese un hecho más. Victor Hugo cobra revancha por Maradona cuando utiliza la metáfora “ Barrilete Cósmico” para contestarle  al Director Tecnico Menottí quien se había referido al Diez de la siguiente manera:

“Maradona ha perdido su identidad desde hace tiempo y cada vez va peor (…) Si Maradona deja de vivir como un barrilete, que si voy o no voy, puede ser la figura del Mundial”,

Entonces en las piernas de Maradona y en las palabras de Morales hay una espada que atraviesa las tripas de quienes ponían en sus bocas su nombre de manera injusta. Una Metáfora con gusto a eso, es una metáfora que vale doble, o triple también. Es un cachetazo a la sobriedad, al opinar de los demás. Un cachetazo de fantasía que voltea a la realidad.

Una idea tan antigua como la civilización occidental misma. Una idea parida desde la civilización griega. La poesía como lenguaje de los Dioses. Vealo usted a Diego Armando dando saltos y corriendo a campo traviesa con el balón en los pies y llevando tras de sí toda la historia de un pueblo que tiene depositada en esa zurda, en ese hombre con el diez en la espalda y piense por un momento si no es el cumplimiento de un mandato heroico y eterno. Vealo, Diego esta corriendo hacia la eternidad y las palabras de Victor Hugo cabalgan con él.

Por último pretendí hacer un ejercicio que apele al uso de las nuevas tecnologías y le pedí algo totalmente complejo para ellas. Le pedí que sienta. Que sienta como sentimos nosotros, los argentinos, ese golazo que llevamos tatuados en el tuétano y que creo jamás podremos olvidar.

Le pedí a una Inteligencia artificial que me relate el Gol de Maradona como si fuera una epopeya clásica griega y este fue el resultado.

“En los anales de la gesta deportiva, en el campo de batalla del estadio Azteca, donde las huestes argentinas y británicas se encontraron en un choque de titanes, emergió un momento que trascendiera las eras y alcanzaría la inmortalidad.

En la época del vigésimo siglo, en un mundo donde los mortales aún osaban desafiar a los dioses del balompié, Diego Armando Maradona se erguía como un héroe de leyenda. Con la pelota en sus pies, su espíritu ardiente desafiaba a los mismos vientos del destino, mientras su genio táctico rivalizaba con las estrategias de los dioses olímpicos.

Con la astucia de Prometeo y la gracia de Hermes, Maradona se abrió paso a través de la falange enemiga como un relámpago divino, esquivando las embestidas adversarias con la agilidad de Hermes alado. Cinco defensores se alzaron como gigantes, pero él, con la destreza de un héroe mitológico, sorteó sus embates como Perseo enfrentando a la Gorgona.

El campo de batalla se convirtió en un escenario de epopeya, donde el tiempo mismo pareció detenerse para rendir homenaje a la grandeza de este mortal excepcional. Con un toque magistral, elevó la esfera sagrada sobre la imponente figura del guardián inglés, como el mismísimo Apolo disparando sus flechas doradas hacia las estrellas.

El eco de su hazaña resonó a través de los cielos, mientras las musas del deporte entonaban himnos de gloria en su honor. En ese instante, Maradona se alzó como un coloso entre los hombres, su gesta inscrita en los anales de la eternidad. Así, el gol de Maradona a los ingleses se convirtió en un mito eterno, una epopeya que perduraría a lo largo de los siglos, recordada por los bardos y exaltada por los dioses del Olimpo futbolístico”.

Creo que con este hecho trasciendo una de las barreras más importantes para la humanidad y las tecnologías. Que sientan, que sientan lo que siente un argentino, un uruguayo, un griego de hace 3500 años. Con esto concluyo que la poesía está para eso, para poder contar el mundo de una manera maravillosa, esplendorosa, unica y magnánima.


    Como el gol del Diego a los Ingleses. 


jueves, 7 de marzo de 2024

Mudanzas

 

Hay algo que nunca puedo dejar de hacer y ese algo tiene que ver con momentos que son de reflexión e introspección. No hay manera de que yo escape de este momento y sin embargo me sucede cada tanto, muy cada tanto, pero siempre que me sucede , me sacude.  Me habrá pasado unas ocho o nueve veces desde que existo en este planeta, en este plano... o más... y hablo de mudarme.

Ya Google me lo advierte :

Mudanza hunde su etimología en el latín mutare, y no es raro que el origen sea el mismo que el de la palabra cambiar, porque no deja de ser lo mismo. Porque una mudanza supone un cambio externo, de lugar y de ubicación, de contexto, pero también una mutación interna, porque algo de nosotros cambia con el viaje.

Se trata de eso, sin duda, de mutar, de cambiar. A veces a la fuerza y otras también.

Cada vez que me llega la hora de mudarme lo vivo como un duelo; que,  sin duda lo es. pero lo vivo como un duelo humano, como si despidiese a una persona, como si una partecita de mi quede en los rincones. Aquel rincón donde me tomaba los verdes antes de ir al laburo, ese otro donde me sonó el teléfono el día que me enteré el fallecimiento de mi gran amigo El Ruso... mirá que te extraño Rusito querido... y ahí está la parrilla que tanto jugo le sacamos con vos Rusito y los muchachos. Yo no sé ustedes pero las casas cuando son casas, mejor dicho, cuando son hogares tienen realmente pedacitos de limadura de nuestro ser. Si tenemos la suerte y la dicha de tener nuestro lugar en el mundo y a la vez emplazar nuestra humanidad en ese dichoso lugar, seguramente tengamos pensamientos maravillosos, búsquedas profundas de nuestro ser y la posibilidad de quedar a tres o cuatro centímetros de una verdad.

De cada casa que me iba a modo de ritual  dejaba  un mensaje escrito porque confiaba en que algún día volvería a buscarlos ." Ger 92, viva Boca"  Dejé atrás de una puerta de un placard cuando me mude a los 8 años   En el noventa y nueve me mudé a Bella vista. Mi vieja ese año fallecía de un cáncer fulminante. Unos meses antes de que pierda la batalla me preguntó si quería irme para allá. Le dije que sí y luego, cuando el cáncer le dio finiquitud, mi viejo me volvió a preguntar. Un poco en compromiso y otro poco en homenaje a mi vieja y repetí el "Si, quiero vivir en el verde" además una abuela es una madre al cuadrado. Antes de irme de ese departamento en la Calle Zapata del barrio de Belgrano dejé un papel escrito, escondido en el zócalo de mi cuarto " Tocan momentos difíciles Ger, pronto volverás más fuerte" y así fue... volví unos años después a ese departamento, a ese zócalo, a buscar ese mensaje. Volví fortalecido y un poco más grande.

No se ustedes, pero a mi me cuesta mucho despegarme de los lugares felices, a los que recomiendan no  volver y tanto me cuestan olvidarlos que siempre que voy de visita a Buenos Aires trató de visitarlos. Pasar por ahí aunque no tenga que pasar. Sentarme en un escalón y tomarme un café, fumarme un pucho y mirar, mirarme, verme... jugando a la pelota o a la escondida.. Quedarme hasta tarde con los muchachos del barrio jugando a las cartas hasta altas horas de la noche. Otras veces me veo borracho volviendo a altas horas por los callejones de Parque Chacabuco, o viendo una secuencia en eleven town (Once) o dejando morir mi humanidad en el monoambiente de Chacarita, frente al cementerio, donde tantas veces anhele ir.

Es que cada lugar de esos tiene una llave distinta, una combinación distinta, quizás como los sentimientos que nos atraviesan en esos momentos. Digo, si los sentimientos son la conjunción de momentos que vivimos y las llaves que llevamos son los lugares donde refugiamos nuestros sentires; entonces... atrás de cada llave hay una historia, mil historias, millones de historias ¿ y de qué  estamos hechos si no es de eso?

Traslado esto a las personas y me animo a decir que  tenemos algo de hogar, o los hogares tienen  algo de nosotros,  y que las llaves y las cerraduras...y los sentimientos y lo de dejarnos alguito escrito en algún rinconcito, para no olvidar, para no ser olvidados...  para  volver algún día  o para nunca dejar de irnos. No sé, no tengo la respuesta a eso.

Algo que hago también es guardar una llave de cada casa en la que viví. Las tengo en una cajita que mudanza a mudanza pesa más. Algún día me hare una estatua pienso.

Hoy mientras escribo este relato estoy cercano a ese momento, a mudarme. Me toca una vez más y esta vez acompañado por mi mujer y mi hija. Es distinto pero igual. Igual dejamos pedacitos de nosotros, momentos lindos y de los otros, momentos de inspiración, de amor y de bailar, de las juntadas con los amigos, de las visitas de verano, de mirar la luna hasta que se haga temprano.

Ahora estoy en uno de esos rinconcitos, justamente, en el que escribía cuentos y de algún modo aprovecho para irme despidiendo de esta casita, a media cuadra del rio, con vistas a las sierras y con muchos latidos en sus cimientos. Hoy me toca empezar a decirte adiós.

 Y mientras escribo este relato también escribo abajo de la ventana...

" En definitiva somos el conjunto de todos esos rinconcitos en los  que alguna vez fuimos y nunca dejaremos de ser".



FIN


 


martes, 5 de marzo de 2024

Nunca, si podes le creas a nadie
Que tu confianza cueste y valga
Que no regales la mejilla a cualquier bofetada
Y que el buzon de la esquina te trague de madrugada
Que cuando quieras besar un sapo, el sapo se convierta en ti
Y que los principes abandonen su reino a todo galope.
Que no hay muerto que muera mil veces
Pero hay vivos que viven mil vidas
Y que el placer de vivirla esté lejos de tu alcancia.
Que el cajon no tiene bolsillos
Pero las camisas tienen uno
Para llevar colgando al corazon

sábado, 17 de febrero de 2024

Las más de las veces me preguntó
Si hay cielo en mis nubes
Y me encuentro 
Relampagueando en mis ataúdes

A veces pincho estrellas
En mis cielos de las mil nubes
Y otras veces pateó penales
A la luna y los aludes

Y es que si me cruzas
Montado en un cometa
No te preocupes ni te asustes
Los uso de motoneta

Y me dejó llevar
Por galaxias lejanas
En pleno matinee
De mis pasiones mundanas

Y al tiempo lo enfrascaron
En órbitas desenmascaradas
Ruego que pronto aunque sea
No me de el destino zancadas

Y es que a algo 
Hay que encomendarse
Para que en la próxima vida
No seamos resto ni parte.

jueves, 15 de febrero de 2024

El trencito fantasma Carioca que partió de Morón Oeste


.

Con tan opulento título uno debiera creer que el siguiente relato es una historia de terror clase Z o un mal pasar de algún cineasta devenido en licenciado en series de netflix que tuvo una ideaza y que contando con un poco de dinero de alguna multinacional explotadora de pingüinos o de una conspiración paranoide de un grupo que busca lavar dinero y cerebros a través de una serie que reúna todos los condimentos y aditivos propios para hacerlo. Pero no, la siguiente es una historia que me contaron cuando yo era un púber y tuve la posibilidad de patear las calles del oeste lejano, allá donde las chicharras son parte del trajín sonó rico de las siestas y las estrellas no se alambran para poderlas disfrutar. Donde el silencio acompaña las pisadas y los sahumerios tienen olor a hojarasca de otoño quemándose en la zanja de algún hogar. Eso y mucho más es la vida allá, donde se ve el sol despedirse de a poco y la luna enfocarnos como farol confesatorio.
De mis tiempos en el oeste lejano recuerdo muchas cosas, como los códigos en el mano a mano, los vinos de cartón, el partido de truco en el furgón y el escabio de poca y baja calidad que allí circundaba. También recuerdo la tradicional costumbre de que todos los fines de semana cumpliera años algún familiar del primo de un amigo, y que eso fuera motivo suficiente para festejar. Unas carnes a la parrilla, unos pares de cumbias, unas jarras con sangrías u otros elixires etílicos, ya eran motivo para juntarse a armar una fiesta donde se llenara de familiares e invitados. Porque también otra costumbre de provincia es que sean todos familiares de familiares e invitados  de invitados.  Así muchas veces se da que dos que no tenían que cruzarse se cruzan y se arma la bataola.
Por suerte y gracias al destino este no sería el caso…
Corría el año 1992, los calendarios sonreían con un estrepitoso febrero, buen clima veraniego en el conurbano bonaerense. Las pelopinchos eran una especie de fuente de la juventud donde todos los que se metían se mantenían jóvenes y con sueros como el jugoso choripán criollo de carnicería barrial y unos elixires provenientes de viñedos riojanos junto a gaseosas de dudosa procedencia que servían para amenizar las mezclas estrafalarias que volcaban en jarras y sucumbían en paladares exigentes y particulares  del conurbano profundo.
Ese día coincida justamente con el cumpleaños de 15 de Olguita, la mayor de la familia Gómez, los del taller mecánico que él había heredado de su viejo y que ella se dedicaba a hacer tortas para los agasajamientos como el que suscitarían de su primogénita, la antes mencionada Olgui.
Estaba todo listo y organizado, el salón del club del Sindicato de Mecánicos y Torneros  de Morón y zonas de Influencia o también conocido por sus siglas El SINMECTORMOYZONDEINFLUE.  La familia de la nena había hecho un gran esfuerzo económico en todo a lo que esta fiesta concierne y así también sus parientes fueron solidarios. Por ejemplo: Los hermanos de la madre se habían copado con las sidra; ya que el marido de la tía Susana laburaba en el municipio y era el encargado de armar las canastas navideñas; y que  para esta ocasión ya había previsto encanutarse un par de sidras y panes dulces. Por otro lado un amigo del padre de Olgui tenía una fiambrería y fue muy generoso regalando los culos de los fiambres que tenían una próxima fecha de vencimiento. Un primo lejano se portó con el coche e hizo llegar a la nena en un Renault 9 con un moño tamaño King Kong.
Esa noche era mágica. La fiesta contaba con una asistencia del ciento ochenta por ciento, con esto quiero dar por sobre entendido que fueron los invitados, los amigos de los amigos y los amigos de los invitados que eran considerados por ellos mismos amigos.
Siendo las 21: 07 la homenajeada hizo su entrada con el tema Que Maravillosa Noche de Eric Clapton pero interpretada por JAF, una pedorrada que suena y parece que queda bien pero sigue siendo una pedorrada. Allá fue su padre, el Gordo Mario a recibirla, y mostró orgulloso a la nena y a su traje que ya cumplía unos 24 años y bastante exigido le quedaba de costura y de botones. Luego la sacaron a bailar los tíos, los primos, el primo… los amigos…el amigo… y sus compañeros y colados que querían parecer naturalmente invitados pero que no lo eran. Al finalizar los invitados fueron convidados a cumplir con todas las leyes del ágape tradicional que no quisiera detenerme en detallar pero si contar brevemente.
Allí hubo de Plato asado, pan y bebidas varias. De postre helado tricolor o ensaladas de frutas. Y de post postre asado frio, pan duro y bebidas un poco más tibias pero que igual tiraban unas horas más. Nuevamente a bailar, un poco del presentador, que  dicen las malas lenguas que estaba bajo alguna sustancia que le producía euforia y potenciaba su personalidad. Todo esto para darle entrada a la repartición de velas y otra vez a bailar, a seguir chupando y dale que va…
Todo se desarrollaba con naturalidad, pero había algo en el ambiente que iba haciendo que se pueda respirar en el ambiente que algo pronto sucedería  ¿Cómo explicarlo? Como ese vientito previo a la tormenta, como ese silencio previo a la frenada de colectivo que se va a llevar puesto un local o una casa. Así se percibía todo.
Fue para el horario de las 4 y pico que llego el tan mentado y esperado Festival Carioca,pepepepe pepe pepepe, la repartición de cotillón, los chipotes chillones, las guirnaldas y toda la parafernalia que hacen que lo poco de dignidad y los límites morales y éticos que hacen a las buenas costumbres y la educación desaparezcan. Así es bien visto que un tío, licenciado en filosofía, agarre un objeto fálico inflable y se lo quiera introducir a la suegra que a su vez anda con unas tetas de plástico y un antifaz desfachatado donde esconde, cuan superhéroe, su identidad, mientras que un sobrino agarra a la prima recién divorciada y la apoya con la excusa de que estaba estrecho el paso entre las mesas y el baile.
Entre toda esta amalgama de situaciones es que para este momento se arma el nunca mal ocasionado trencito carioca.  Dicen quienes saben que sólo los buenos disk jockeys saben leer a su público, lo que pide la pista, que junto a una secuenciación exacta de canciones y luces, logran que esto hecho surrealista suceda…
Quizás por esta conjugación de factores o porque el trencito lo manejaba el Concuñado de la Tía Yolanda, es que se dio que se armó un trencito de la alegría que empezó a girar en manera de espiral y que iba atrapando a sus víctimas mientras pasaban por al lado y los metían en el medio, generando así un hecho convocante mente masivo y atrayente. 
No sabemos con exactitud cuántos fueron los que se subieron al tren y cuantos pudieron negarse o bajarse con tiempo, pero si sabemos que ese tren encaró para la puerta del club y sin encontrar resistencia alguna y con unos pares de copetes en sus manos encararon para la calle, y luego para la avenida y luego agarraron para la plaza y de ahí a la estación que la tenían enfrente y se fueron para el andén, y bajaron a las vías y agarraron para el lado de Luján y allí hicieron trasbordo con el tren que va para Junín y de allá se fueron a Lobos y siempre lo hicieron cantando canciones de carnaval carioca e hicieron puentecitos y siguieron y siguieron, y ya nunca más los vieron volver a la fiesta, al barrio, a sus hogares ni a sus trabajos.
Coincidentemente con este hecho aparecieron crónicas de distintos pueblos del interior del país donde aseguran haber visto un grupo de gente desfilando por sus vías.
Por testimonios de estos hechos podemos advertirle a usted que si se  encuentra en una estación de tren y a lo lejos ve venir vinchas luminosas y escucha pitidos de silbatos, espanta suegras y traqueteos de matracas; prepárese porque allí a la distancia viene el trencito carioca de Morón,  tirando semillas  de confeti por cada pueblo que pasan, para que allí crezcan muchas más fiestas de esas que no saben de tiempos ni espacios, ni éticas, ni morales.
En los pueblos donde hay una vía cercana es común encontrar un vino sin descorchar, guardado para que, si alguna noche de estas, se oyera el tren venir pudieran estar listos para subirse al estribo sin trastabillar.
Si usted se encuentra en un lugar así, le aconsejo tomar a la mujer más linda del pueblo, e invitarla a subirse a ese tren de amor y algarabía, que hoy usted la va a invitar a sacar la cabeza por la ventana y sentir como el viento la despeina y la hace sentir viva una vez más.
FIN

Salud, Abuelo.

 La vida está llena de esas y sino tenes las otras, pero lo importante de vivirlas es que siempre tienen un mensaje atrás o al menos tendrían que tenerlo, sino para qué existen las experiencias en la vida. Yo a veces las uso como anecdotario en una reunión familiar o en una entrevista laboral, lo mismo da. Siento que si viví tal o cual experiencia es porque me la pusieron en el camino ( la experiencia, digo) y si eso fue así es porque yo tengo un mensaje para transmitir o una enseñanza que rescatar ; y es aca donde me quiero desarrollar en este encuentro que estamos teniendo usted y yo, una experiencia que dejo una enseñanza.

Era el verano del 2013, recuerdo como empezó y todo. Llegué del trabajo ese día a las 14 hs, hacía mucho calor, me caían gotas de sudor solo de estar quieto, me saqué los zapatos inmediatamente y empecé a armar el bolso. Esa misma tarde tenía pasajes en tren para ir de Buenos Aires a Tucumán, iría con mi pareja de ese momento, Marina su nombre.

Confieso en este apartado que siempre fui amante de los trenes y que además de ser más baratos el viaje se me hacía mas soportable, un poco de vagon comedor, otro poco de ir a fumar al furgon, en algunos momentos sentarme en el estribo a ver el paisaje, los poetas somos así y no hay con que darle. El poeta no puede conformarse con un viaje en primera clase, ir al vip de un hotel y cenar mirando un paisaje de ensueño. No, el poeta debe y tiene la responsabilidad de encontrar poesía en lo simple y en lo sencillo.

Sencillo es todo menos viajar 20 horas en un tren cagado de calor. Pero el espiritu poeta y aventurero lo vivian todo como si fuera una excusa para luego poder derramar la tinta en el papel.

Llegamos a Tucuman y el sol nos partia al medio, calculo que sería el mediodia.  Salimos a recorrer el centro y luego a la Casa de Tucuman donde se declaró La Independencia de nuestro país. De ahí fuimos a la terminal y nos dirigimos  a la Terminal de Micros, vimos los posibles destinos y nos decidimos por ir a conocer la Yunga Tucumana, una especie de selva que se extiende sobre el oeste tucumano a unos 60 kilometros de la capital.

Al llegar nos invadió un golpe de humedad que creo que pocas veces viví, tenía transpiradas partes de mi cuerpo que no sabía que transpiraban y me invadía la preocupación de pensar que mis vacaciones serían en este clima, en esta yunga con esta humedagggg. 

Hicimos unos pasos y rapidamente encontramos el camping donde tirariamos nuestra carpa. Hablamos con la encargada del lugar que nos asignó un lugar especial con mucha sombra y cerca de todo. Convengamos que el camping era muy chico y que todo iba a estar cerca de todo... incluso de quien alimenta esta historia... que no era yo, no era mi pareja y no era la recepcionista... Era él... era inmensamente él. Un muchacho lungo, rubio de ojos claros que también estaba con su pareja de vacaciones en carpa y en el mismo lugar que nosotros.  

El hombre amistoso que les cuento se nos acercó inmediatamente cuando nosotros al terminar de armar la carpa le dimos mecha a un porro. El sin más que su simpatía se nos acercó pidiendo si salía una seca y yo, que nunca tuve problemas en el arte de convidar, acepté. 

Creo que cuando te vas de vacaciones en pareja es muy importante hacerte amigo de otra pareja, es como fundamental, como una fraternidad implicita que se encuentra en cada alianza y que trasciende lo meramente formal de una amistad de años. Una amistad de parejas en vacaciones puede alcanzar limites inigualables. La aventura, las anecdotas no compartidas, la valentía, el orgullo y hasta una especie de auto examen aparecen en esas amistades. Uno se compara con esa pareja y ve si está mejor, peor o igual . Todo eso se puede saber en 10  o 15 minutos, maximo 20, igual pueden aparecer sorpresas.espejo y es ahi donde debemos saber caminar entre brasas y vidrios cortados en punta.

El muchacho se presentó diciendonos que se llamaba Pablo y su compañera se llamaba Marina y era tocaya de la mía ¿Una coincidencia del destino, una característica de las sorpresas espejo?

El primer contacto entre pareas fue ameno, diría ameno y algo más. Nos vimos amigos con Pablo y nos sentimos hermanos. Habia algo que nos unía. Podrian ser las artes, una visión del mundo, cierta perspectiva ante la vida... no sabíamos qué, pero algo nos unía como el hilo rojo de la leyenda japonesa.

Eran las 14 horas bajo un sol tucumano que derretía nuestros testuces y mientras desarmabamos nuestros petates y poníamos puntos en común sobre cosas para hacer y lugares para ir , Pablo dijo las palabras mágicas " ¡¡Che festejemos esta amistad con una birra!!". Inmediatamente ví en sus ojos el triple siete de las tragamonedas, vi sonreir e iluminarse toda su expresión y entendí que nos unía con Pablo... La birra, si, la sagrada y perfecta meada de los dioses, el elixir del encuentro humano. Es más a veces pienso " que dificil debe haber sido el mundo antes de la birra" ¿ a que se encontraba la gente? ¿ cómo se festejaba? ¿ Cómo se olvidaba un amor?... es que así somos, seres sentibirrantes.

Sin más titubeos que los puestos, Pablo y yo nos abrazamos y alla fuímos en busca de la cerveza mencionada. El almacen quedaba como a unos cien metros cuesta arriba de una calle aledaña al camping donde estabamos, más precisamente en el sector de las mesas con el palo en el medio y que tienen un techito de paja. Desde ahi se nos veía el ir y venir al almacencito en cuestion.

Y ahí estabamos, Pablo y yo, Yo y Pablo, el hilo rojo. Pablo, yo, el hilo rojo, la señora del almacen que nos miraba raro al ver tanta algarabía y tanta celebración de una amistad que recien se concebía como tal y que no iba a tener final nunca jamas, por que eso eramos.

La mujer nos trajo una cerveza que recuerdo la definio como " Tobillo de Albañil", así blanca, con una capa de escarcha y a la temperatura perfecta para que al pasar por nuestro garguero nos enfríe hasta el ultimo milimetro de aparato digestivo y por que no una ventizca al alma que tan bien nos hace.

No dudamos un segundo, la destapamos y bajamos por la lomita, nos encontramos con nuestras respectivas parejas y les convidamos un trago de eso tan fantastico que teníamos. 

La charla siguió amena y fraterna... pero algo, porque siempre hay un algo, iba a hacer cambiar el rumbo de las cosas cuando estabamos a menos de un cuarto de terminar esa Cerveza " Tobillo de albañil". Pablo un poco más euforico que antes pidió que nos tomemos una más. Su euforía desató la mía a lo que dije "acá no se baja nadie", nos abrazamos,  hicimos pogo, cantamos canciones contra la policia y creo que algun piedrazo arrojamos a un patrullero inventado. La alegría era total, Pablo sonreía, yo sonreía, mi pareja sonreía... pero había algo que no cuadraba, que no armonizaba con la situación y era la cara de la Marina de mi amigo Pablo. Ella no estaba del todo contenta y yo no supe percibir por qué. Quiero aclarar que tengo un defecto para detectar las caras de ojete, pero a veces me doy cuenta y sin embargo decido no darles bola. Pero esta vez, esta cara, la de esta chica era distinta. 

Pablo tomó dinero de su bolsillo, lo sacó hecho un bollo y dijo nuevamente " Voy por otra birrola de albañil " y repitio mi frase " aca no se baja nadie". Le dije de acompañarlo y él no quiso, luego se fue caminando cuesta arriba esos cien metros y lo vimos como caminaba de manera medio desgarbada y con un paso liviano. 

Mientras eso sucedía, su compañera nos contó que Pablo había tenido un año complicado y que habían venido de vacaciones escapando un poco de esas cosas y que tratemos de no motivarlo  a hacerlas porque había tenido un año muy duro en cuanto a esas dificultades y que venía dandole pelea... aunque parecía que la venía perdiendo por goleada.

En tanto oíamos estas palabras nuestro ánimo, principalmente el mio, se desmoronó, me sentía culpable de haberle dado máquina a Pablo, me sentía responsable de todo lo malo que le podía llegar a suceder a Pablo y lo peor de todo... me sentía complice de su debilidad por el alcohol... ahí el hilo rojo que nos unía se convirtio en una soga. En sincronía lo vemos al titiritero bajando por la colinita más contento que antes. El era feliz, su paso ahora era liviano y saltarín, su problema con el alcohol estaba resuelto, lo había conseguido ¿ Que otro problema podíamos llegar a tener en ese momento?

Pero al llegar el clima ya era otro, la charla estuvo como apagada y traté de no hacer comentarios ni movimientos que pudieran despertar en él la famosa Sed Peligrosa. Pero no hubo caso, ya era tarde.

Al terminar la segunda cerveza dijo " No nos vamos a quedar rengos", celebró y brindó a la salud de todos. Nosotros no llegamos a expresarnos que él sacó nuevamente dinero y fue por otra birrola más.

Su compañera nos miró, levanto sus manos palmas para arriba y dijo " Pablo ya es grande, tambíen tiene que saber lo que hace". A esta altura la cerveza que traía Pablo tenía el sabor de la culpa, la responsabilidad, el enojo, las luchas, las superaciones. Apenas bebimos unos tragos más, la charla se fue apagando y nos fuimos a terminar de armar la carpa. 

La tarde trascendio entre una siesta bajo el humedo clima de la Yunga Tucumana y unos matecitos al costado de un arrollito. 

Para cuando se hizo la tardecita planificamos hacer algo sencillo de cocinar para poder comer a la nochecita. Quise comprar un vino pero preferí no hacerlo por si aparecía nuestro mencionado amigo.

Llegada la noche el clima cambió, entro un viento del norte que chocó con un aire frio del sur, lo que llevo a desatar una tormenta electrica, con caída de granizo y lluvia torrencial. Nos tuvimos que refugiar todos bajo un quincho, medio tinglado que había. Alli nos encontramos con Pablo, Marina y otras dos o tres parejas que había en el mismo lugar. Enseguida y a modo de hogar de refugiados nos pusimos de acuerdo para hacer un gran guiso. -Vos poné el arroz, yo tengo dos tomates, ¿vos podrias poner esa lata de arvejas?, ¿ alguien tiene una olla grande?

Algo que noté es que no había alcohol en la mesa y pensé que quizas esta situación Pablo ya la habia vivido con todas las demás personas. Preferí no preguntar, pero entendí que venía por ahi la mano.

Todo venía de maravillas, algun vino giraba en la preaparacion, pero Pablo estaba domesticado. Sobre el se veía una cartelito que rezaba " Solo una copita, nada más".  Los rayos caían cerca y su golpe se sentia en el suelo. Teníamos miedo pero lo olvidabamos en la linuya compartida entre todos los que estabamos ahí.  Pero hubo un rayo que fue distinto,  hubo un rayo que lo trajo a él y la trajo a ella.

Así como si nada aparecieron en medio de la tormenta una pareja jovencita, de unos veintipocos de años. Muy bonitos los dos, muy prolijitos. El estaba peinado y olía a rico perfume, ella era una princesa que recuerdo tenía unas sandalitas blancas de charol con un moño que relucia en su inmaculación. Esta parejita recien llegaba,  segun nos dijeron, en tren desde Santiago Del Estero. Yo no lograba comprender tanta pulcritud despues de un viaje tan largo y una tormenta recibiendolos.

Se presentaron e inmediatamente los hicimos parte del guiso y del fogon. El muchacho un poco timidamente puso enfrente nuestro una conservadora verde manzana y dijo... aca tengo Fernet por si alguien quiere.

- ¿ Y tenés hielo?

- Si y coca y vasos y todo...

Se nos iluminaron los ojos y la sociedad de protectores de beodos perdió el control. Inmediatamente nos pusimos a armar fernets mientras veíamos los rayos relampaguear cada vez más cerca y comimos guisos y fuimos muy felices esa noche. Atacados por el sueño nos retiramos a la carpa y nos despedimos muy amablemente de todos.

Al despertar al otro día, temprano como me gusta a mí, me encontre de espaldas a Pablo que estaba sentado en un banco del quincho donde habiamos cenado la noche anterior. Al verme, se da vuelta, me saluda  -Vecino ¿ Cómo va?, un traguito? Y escurrio la botella hasta sacar las ultimas gotas.

Le agradecí pero le dije que recien amanecía y que no era momento para mi.

Él alzó su vaso y lo llevo al cielo, al punto Cenit donde pega con el sol y esparce sus rayos al infinito y me dijo - Mi abuelo era italiano y todas las mañanas antes de ir a trabajar 

- Salud Abuelo. Le pego un último beso al fernet y se fue a dormir.


Ese día y los posteriores a ese y aún hoy día mientras escribo estas líneas recuerdo a Pablo y siempre pienso lo mismo. Él no tenía un problema con el alcohol, él extrañaba a su abuelo y lo recordaba cuando tomaba alcohol.  Comprendí en ese momento que las adicciones existen por una falta de algo. En un momento perdemos una pieza de nuestro rompecabezas, y eso hace que se vayan perdiendo otras y a veces hasta tiramos el tablero a la mierda porque ya no tiene sentido nuestro rompecabezas sin esa ficha, pero no nos damos cuenta que la vida, el rompecabezas este que habitamos, tiene mucho sentido con el resto de las fichas. Quizas la obra no esté completa ¿ Pero quien está completo en esta vida?

Aprendamos, entonces, a ser los destartalados, los incompletos, los titiriteros que a veces los domina el titere, los menos preciados, el talon de Aquiles sin Aquiles... En definitiva aprendamos a brillar aun con la luz apagada. La luna de tanto en tanto sale y nos ilumina y si no mientras tanto miremos las estrellas.

El resto dejémoselo a los mortales.





 










 











 




 









 




 



 






  

domingo, 14 de enero de 2024

Bheleza

No hay dia, mañana ni tarde
Noche o madrugada
Que no me invada la belleza
De la naturaleza

Que hay días feos, lo se
Que puede llover mucho, también
Y el río agita a carcajadas
Su razón de ser

No hay día, mañana ni tarde
Noche o madrugada
Que la belleza  y su flechada
No Me atraviese como Ícaro la fachada

No hay día, mañana ni tarde
Noche o madrugada
en el que la brisa serrana
No me acaricie la piel
O me despeine las pestañas

No hay día, mañana ni tarde
Noche o madrugada
Que no me acompañe el andar
Una bella melodía canaría

No hay día, mañana ni tarde
Noche o madrugada
Que al patear un yuyito Verdolaga
Se me llene de menta el alma

No hay día, mañana ni tarde
Noche o madrugada
Que mire la inmensidad del cielo y las sierras
Y las sienta latiendo en mis entrañas

No hay día, mañana ni tarde
Noche o madrugada
Que siento todo junto y me  digo
La pucha, que vale la pena estar vivo...

Y a los Dioses, 
Gracias...
¡Miren dónde lo digo!

lunes, 30 de octubre de 2023

Todos los días si puedo
Te extraño un poco
Y si puedo 
Te extraño un poco más

Todos los días si puedo
Te busco en el cerro
Y te encuentro
En el viento

Todos los días si puedo
Te oigo en el bramar del rio
Y si siento
Te veo en el cielo

Todos los días si puedo
Deshojo margaritas 
Y te nombro
En silencio

Todos los días si puedo
Te llevo en mi pecho
Y me late siempre
Tu presente de recuerdos

Todos los días, sí,  puedo
Y si puedo es porque quiero
Y si quiero...
Es porque te llevo dentro

#poesia  #calamuchita  #lavida #conlamanoizquierda

martes, 17 de octubre de 2023

Hubo un día,
Recuerdo un día
Que mi sonrisa dejo de ser sonrisa y paso a ser media sonrisa

Hubo un dia que se me nublo la vida, que me llovio fuerte ahi adentro, en el pecho
Y se me demolio a mazazos el mundo que me contenia
¿Y sabes lo que pesa perder para siempre el abrazo al llegar del cole, el sabor unico de la comida?

Hubo un día,
Recuerdo un día
En el que vi irse volando mi primer casita
Mientras el cielo relampagueaba furioso alla arriba

Y ese día ya no fue mas día.
Y la vida tampoco fue vida
Poco a poco tuve que aprender 
A coserme los botones al derecho y al reves.

A caminar con los cordones desatados
A no esperar mas ese abrazo
A perderme en las calles del barrio
A llegar tarde y despues de horario

Hubo un día
Recuerdo un día
Que el niño que llevaba adentro
Empezo a caminar por las vías
Y a patear siempre una piedrita

A silbar bajito y a mirar el cielo
Y las estrellas
A buscarte hasta en la luz
De las candilejas.

Y es que a partir de ese día
Te encontre en la sonrisa de mis hermanas
En la tarea de llevar adelante la vida
En aprender a atarme solo las zapatillas

Hubo un dia
Recuerdo un día
En el que esa lluvia que tuvimos de despedida
Me llega como besos en forma de gotitas
Como besos llenos de alegría

sábado, 23 de septiembre de 2023

No me meto 
En en el mito
De la moto 
Ni me mato
Si no muto
Por mi mota
A la mita
De la meta
Tomo un mate
Y me mudo
Por la muda
De la moda
Que no mide
Porque por mucha magia
Que tenga en las mechas
No naci ni para macho
Pero tampoco  para micho
Me amucho en lo que muchos
Charlan parlotean y me chatean
Pero aunque chapeen con la chapa
Yo chopeo con mi chopera

el porque de los por que

*¿Para que existe la poesia?*
Yo no se para que existe la poesia
Con la poesía no se come
Pero nos hace descubrir nuevos pasajes en nuestras papilas gustativas al comer la más simple de las comidas... 
Puede ser una espumosa contienda de tuberculos desenterrados de la madre tierra para nombrar a un simple puré
Lo mismo sucede con el mundo, el clima y la hidrología... las vacas que me visitan al mediodia.
Sin embargo... la poesía existe para torcernos la mirada, para enjuagarnos las pestañas, para afilarnos el olfato o para apasionarnos en las palabras. La poesía es lo que le da el título a la vida, la posibilidad de vivirla. La poesía convierte un beso cualquiera en la danza de las almas infinitas. La poesía puede estar en la caricia de una hoja, en la contemplacion de una nube o en el ultimo trago de un vino abrigador. Puede estar en la palabra sincera del amigo, en el andar descalzo y placiego de un perro andariego. Puede estar en el bamboleo de un puente colgante o en mi cepillo de dientes viajero, siempre olvidado y siempre tan errante.
La poesía puede esconderse hasta en el más mínimo gesto y sin embargo... y sin embargo...
Esperar a ser descubierta.
Y una vez descubierta liberar la mas grande de todas las tormentas, el apocalipsis de todas las materias.
Una vez desatada la poesía. no hay dios ni lumbre que puedan ya pararla
Una vez desatada la poesía... creame amigo
Ya no hay manera de matarla
Y ni siquiera lo intente, porque al hacerlo vuelve más grande y con más fuerza.
Preguntele sino al desterrado, al desenamorado, al desmembrado. Preguntele al embriagado, al abandonado, al enterrado.
Todos ellos sufren de un modo u otro estan desarmados...
Pero cuando los invade la poesía
Dejan de estar desalmados, dejan de estar desamados.
¿ que se yo para que existe la poesía?

domingo, 3 de septiembre de 2023

al tiempo

Al tiempo lo encerraron en los relojes para que no sea mas la excusa de los pecados, lo hicieron a pila y luego lo ataron a las muñecas para que los esclavos recuerden el grillete que los encadenaba.
Y si hay algo que vale en esta vida es el tiempo. A uno le pagan por malgastar su tiempo. Y ahi va descosido  retazando fragmentos, estalactitas de su misera vida.
Prefiero vagar, dejar para despues lo inmediato, y responder con sonrisas a la urgencia. Creer que de algo se trata esta filmina es de cicatrizar lo mas rapido las heridas...
Despues de todo si a algo vinimos en esta vida
...
Fue a dejar el postre para despues de la comida

jueves, 24 de agosto de 2023

POESÍA A LA POESÍA

 

Un día y sin mediar  palabra
la poesía te ataca  y te descuartiza
te ve así solito y desprevenido y ¡zas!
te clava un puñal disfrazado de caricia

y a partir de ese día
ya los días no vuelven a ser días
las flores dejan de ser simples flores 
y los atardeceres un verdadero  carisma

es que a partir de ese día 
El viento lleva un secreto 
endiablada una melodia
cantan los rieles de un tranvía

y es que a partir de ese día...
del que te ataca la poesia 
las estrellas dejan de ser estrellas
y son excusas, un canto a la vida

Y estoy seguro
que a muchos de mis cofrades
el mundo ya no nos parece lo mismo,
ya no, 
desde aquel maldito día
 Y es que hablo de aquel día
si, de ese día 
en el que nos invadió
LA POESÍA

jueves, 17 de agosto de 2023

El trencito fantasma Carioca que partió de Morón Oeste

.

Con tan opulento título uno debiera creer que el siguiente relato es una historia de terror clase Z o un mal pasar de algún cineasta devenido en licenciado en series de netflix que tuvo una ideaza y que contando con un poco de dinero de alguna multinacional explotadora de pingüinos o de una conspiración paranoide de un grupo que busca lavar dinero y cerebros a través de una serie que reúna todos los condimentos y aditivos propios para hacerlo. Pero no, la siguiente es una historia que me contaron cuando yo era un púber y tuve la posibilidad de patear las calles del oeste lejano, allá donde las chicharras son parte del trajín sonó rico de las siestas y las estrellas no se alambran para poderlas disfrutar. Donde el silencio acompaña las pisadas y los sahumerios tienen olor a hojarasca de otoño quemándose en la zanja de algún hogar. Eso y mucho más es la vida allá, donde se ve el sol despedirse de a poco y la luna enfocarnos como farol confesatorio.
De mis tiempos en el oeste lejano recuerdo muchas cosas, como los códigos en el mano a mano, los vinos de cartón, el partido de truco en el furgón y el escabio de poca y baja calidad que allí circundaba. También recuerdo la tradicional costumbre de que todos los fines de semana cumpliera años algún familiar del primo de un amigo, y que eso fuera motivo suficiente para festejar. Unas carnes a la parrilla, unos pares de cumbias, unas jarras con sangrías u otros elixires etílicos, ya eran motivo para juntarse a armar una fiesta donde se llenara de familiares e invitados. Porque también otra costumbre de provincia es que sean todos familiares de familiares e invitados  de invitados.  Así muchas veces se da que dos que no tenían que cruzarse se cruzan y se arma la bataola.
Por suerte y gracias al destino este no sería el caso…
Corría el año 1992, los calendarios sonreían con un estrepitoso febrero, buen clima veraniego en el conurbano bonaerense. Las pelopinchos eran una especie de fuente de la juventud donde todos los que se metían se mantenían jóvenes y con sueros como el jugoso choripán criollo de carnicería barrial y unos elixires provenientes de viñedos riojanos junto a gaseosas de dudosa procedencia que servían para amenizar las mezclas estrafalarias que volcaban en jarras y sucumbían en paladares exigentes y particulares  del conurbano profundo.
Ese día coincida justamente con el cumpleaños de 15 de Olguita, la mayor de la familia Gómez, los del taller mecánico que él había heredado de su viejo y que ella se dedicaba a hacer tortas para los agasajamientos como el que suscitarían de su primogénita, la antes mencionada Olgui.
Estaba todo listo y organizado, el salón del club del Sindicato de Mecánicos y Torneros  de Morón y zonas de Influencia o también conocido por sus siglas El SINMECTORMOYZONDEINFLUE.  La familia de la nena había hecho un gran esfuerzo económico en todo a lo que esta fiesta concierne y así también sus parientes fueron solidarios. Por ejemplo: Los hermanos de la madre se habían copado con las sidra; ya que el marido de la tía Susana laburaba en el municipio y era el encargado de armar las canastas navideñas; y que  para esta ocasión ya había previsto encanutarse un par de sidras y panes dulces. Por otro lado un amigo del padre de Olgui tenía una fiambrería y fue muy generoso regalando los culos de los fiambres que tenían una próxima fecha de vencimiento. Un primo lejano se portó con el coche e hizo llegar a la nena en un Renault 9 con un moño tamaño King Kong.
Esa noche era mágica. La fiesta contaba con una asistencia del ciento ochenta por ciento, con esto quiero dar por sobre entendido que fueron los invitados, los amigos de los amigos y los amigos de los invitados que eran considerados por ellos mismos amigos.
Siendo las 21: 07 la homenajeada hizo su entrada con el tema Que Maravillosa Noche de Eric Clapton pero interpretada por JAF, una pedorrada que suena y parece que queda bien pero sigue siendo una pedorrada. Allá fue su padre, el Gordo Mario a recibirla, y mostró orgulloso a la nena y a su traje que ya cumplía unos 24 años y bastante exigido le quedaba de costura y de botones. Luego la sacaron a bailar los tíos, los primos, el primo… los amigos…el amigo… y sus compañeros y colados que querían parecer naturalmente invitados pero que no lo eran. Al finalizar los invitados fueron convidados a cumplir con todas las leyes del ágape tradicional que no quisiera detenerme en detallar pero si contar brevemente.
Allí hubo de Plato asado, pan y bebidas varias. De postre helado tricolor o ensaladas de frutas. Y de post postre asado frio, pan duro y bebidas un poco más tibias pero que igual tiraban unas horas más. Nuevamente a bailar, un poco del presentador, que  dicen las malas lenguas que estaba bajo alguna sustancia que le producía euforia y potenciaba su personalidad. Todo esto para darle entrada a la repartición de velas y otra vez a bailar, a seguir chupando y dale que va…
Todo se desarrollaba con naturalidad, pero había algo en el ambiente que iba haciendo que se pueda respirar en el ambiente que algo pronto sucedería  ¿Cómo explicarlo? Como ese vientito previo a la tormenta, como ese silencio previo a la frenada de colectivo que se va a llevar puesto un local o una casa. Así se percibía todo.
Fue para el horario de las 4 y pico que llego el tan mentado y esperado Festival Carioca,pepepepe pepe pepepe, la repartición de cotillón, los chipotes chillones, las guirnaldas y toda la parafernalia que hacen que lo poco de dignidad y los límites morales y éticos que hacen a las buenas costumbres y la educación desaparezcan. Así es bien visto que un tío, licenciado en filosofía, agarre un objeto fálico inflable y se lo quiera introducir a la suegra que a su vez anda con unas tetas de plástico y un antifaz desfachatado donde esconde, cuan superhéroe, su identidad, mientras que un sobrino agarra a la prima recién divorciada y la apoya con la excusa de que estaba estrecho el paso entre las mesas y el baile.
Entre toda esta amalgama de situaciones es que para este momento se arma el nunca mal ocasionado trencito carioca.  Dicen quienes saben que sólo los buenos disk jockeys saben leer a su público, lo que pide la pista, que junto a una secuenciación exacta de canciones y luces, logran que esto hecho surrealista suceda…
Quizás por esta conjugación de factores o porque el trencito lo manejaba el Concuñado de la Tía Yolanda, es que se dio que se armó un trencito de la alegría que empezó a girar en manera de espiral y que iba atrapando a sus víctimas mientras pasaban por al lado y los metían en el medio, generando así un hecho convocante mente masivo y atrayente. 
No sabemos con exactitud cuántos fueron los que se subieron al tren y cuantos pudieron negarse o bajarse con tiempo, pero si sabemos que ese tren encaró para la puerta del club y sin encontrar resistencia alguna y con unos pares de copetes en sus manos encararon para la calle, y luego para la avenida y luego agarraron para la plaza y de ahí a la estación que la tenían enfrente y se fueron para el andén, y bajaron a las vías y agarraron para el lado de Luján y allí hicieron trasbordo con el tren que va para Junín y de allá se fueron a Lobos y siempre lo hicieron cantando canciones de carnaval carioca e hicieron puentecitos y siguieron y siguieron, y ya nunca más los vieron volver a la fiesta, al barrio, a sus hogares ni a sus trabajos.
Coincidentemente con este hecho aparecieron crónicas de distintos pueblos del interior del país donde aseguran haber visto un grupo de gente desfilando por sus vías.
Por testimonios de estos hechos podemos advertirle a usted que si se  encuentra en una estación de tren y a lo lejos ve venir vinchas luminosas y escucha pitidos de silbatos, espanta suegras y traqueteos de matracas; prepárese porque allí a la distancia viene el trencito carioca de Morón,  tirando semillas  de confeti por cada pueblo que pasan, para que allí crezcan muchas más fiestas de esas que no saben de tiempos ni espacios, ni éticas, ni morales.
En los pueblos donde hay una vía cercana es común encontrar un vino sin descorchar, guardado para que, si alguna noche de estas, se oyera el tren venir pudieran estar listos para subirse al estribo sin trastabillar.
Si usted se encuentra en un lugar así, le aconsejo tomar a la mujer más linda del pueblo, e invitarla a subirse a ese tren de amor y algarabía, que hoy usted la va a invitar a sacar la cabeza por la ventana y sentir como el viento la despeina y la hace sentir viva una vez más.
FIN

sábado, 5 de agosto de 2023

Nunca, si podes le creas a nadie
Que tu confianza cueste y valga
Que no regales la mejilla a cualquier bofetada
Y que el buzon de la esquina te trague de madrugada
Que cuando quieras besar un sapo, el sapo se convierta en ti
Y que los principes abandonen su reino a todo galope.
Que no hay muerto que muera mil veces
Pero hay vivos que viven mil vidas
Y que el placer de vivirla esté lejos de tu alcancia.
Que el cajon no tiene bolsillos
Pero las camisas tienen uno
Para llevar colgando al corazon

sábado, 15 de julio de 2023

UNO MENOS

 


La aguja larga está posicionada en las 12 y la corta apenas toca las 6. El sol invernal comienza su huida escabulléndose detrás de los monstruos de cemento que habitan el microcentro porteño.

Un Hombre mira su reloj y da por finalizado su día laboral. Sale de la oficina, toma el ascensor donde se encuentra con otros mortales en su misma situación.

Gambeteando miserias va hasta la estación Catedral de la línea del subte D, baja las escaleras de la garganta con un paso repiqueteante. Al llegar al subsuelo  le sortijean uno de esos diarios que allí regalan, lo toma y se lo mete debajo del brazo. Pasa la tarjeta magnética por el molinete, este cede y el hombre esta en el andén. Espera allí el subte. Es uno en un millón y seguramente no consiga asiento. Todos a su alrededor están desesperados por tener uno, por poder acomodar su ser  aunque sea veinte minutos. Ser, por veinte minutos, parte de esa pequeña minoría aventajada que se sienta y se siente mejor que el resto, porque tiene algo que los otros no.

Las luces del subte se ven a lo lejos del tunel. Mientras va llegando, la gente se comienza a acomodar antes que este pare, calculando donde le va a quedar mejor la puerta. Los codazos son explicitos, los cabeceos evidentes, la ansiedad brota por los poros. Todos quieren estar ahí antes que todos.

Mientras tanto el hombre piensa:

¿Tanto quilombo por un asiento ?, todo seria mas facil si cada uno tuviese el suyo.

Si cada uno tuviese el suyo, lo suyo.

El hombre no se desespera y entra empujado por la multitud, queda parado el medio del vagon, enrosca el pasamanos en su muñeca y con su otra mano despliega el diario y se lo pone a leer. En la tapa el diario dice :

¨Muere pibe de diecisiete años en enfrentamiento entre bandas de la villa 31¨

En la foto se puede ver a un cuerpo desarmado por las tajantes puntas de plomo que lo acribillaron.

Esto al hombre le cae como un rayo, le llega a la neura y lo hace pensar, pensar en las desigualdades que se viven dia a dia , pensar de que manera puede hacer para que eso cambie. Lo hace sentir
 Pero eso no sirve de nada, piensa.

¿Que puedo hacer yo para cambiar? ¿para cambiar que? ¡¡si aca estamos rodeados de hijos de puta!! si no están arriba, están abajo o al costado, en todos lados hay hijos de puta, hasta yo puedo ser un hijo de puta

Al final pareciera que hay que andar como un mal parido, mirando cruzado a cuanto infeliz se te presenta, desconfiando de todo, hasta de nuestra sombra. Nervioso como esas palomas de la ciudad, todo el tiempo con el dedo en el botón que enciende la sirena, con el encendedor chispeando cerca de la mecha , con el cuchillo entre los dientes y afilado. Y todo ¿para que? 


Perdido en su nebulosa de pensamientos el hombre se logra abstraer de todo lo que lo rodea.

El gusano metálico llega a la estación Carranza, su destino, suena la sirena, el hombre vuelve en si. Baja del subte y camina unos pasos en la salidera del ganado que lo tiene a el como uno más.

¡Otra vez el automatismo y su puta manera de ser!

Al llegar a la escalera mecánica ve un niño de esos que piden diarios y que luego los venden a voluntad , que comen los restos del gusano, o mejor dicho los restos de los restos de los gusanos.
El niño se encuentra ahí. Laburando de lo suyo, pidiendo diarios. Tiene la cara redonda, y el pelo bien negro. Se le ve que tiene la sonrisa escondida, demasiado escondida, pero también tiene un brillo especial. El hombre nota que a
l menor contacto este se refugiará en su propio ser, escondiendo su belleza para si.

Cruzan miradas con el hombre y el niño le pide el diario. El hombre lo ignora totalmente, porque se acostumbró a eso, a ignorar lo que no le agrada y sube mecánicamente por la escalera. Al llegar al final le ve los dientes al cocodrilo de la escalera. Los dientes... la boca, la comida…

Se le ocurre que con el diario el pibe podría al menos poner el pan en su casa.y ¿por qué no hacerlo?

Si cada uno pusiese su granito de arena tendríamos médanos de amabilidad,. Cambiar un poquito esta realidad, esta puta realidad por un poquito de amor.


Entonces el hombre comienza a plegar el diario. Lo dobla a la mitad, luego lleva sus puntas al medio, el borde de abajo lo pliega hacia arriba, las puntas hacia adentro, mete las manos en el hueco que queda en el medio del espacio que deja el diario, separando sus lados y uniendo los otros dos, lleva las puntas hacia arriba, vuelve a meter las manos adentro , estira de las puntas y ya está, ya lo tiene… Un Barquito de papel de diario.

Le hace una seña al pibe indicándole que vaya por la otra escalera, la que baja. Le manda el barco por el pasamanos de goma . El barco navega hasta las manos del niño que lo espera, y mientras más se acerca el barquito más se le estiran los dedos, y con los codos contentos y la sonrisa en su rostro, lo recibe. No es una sonrisa del todo pero va en camino. El niño lo agarra, lo plancha , lo mete entre sus diarios y sigue pidiendo. ¡Cómo le cuesta sonreir a estos niños! pero lo logra.

Al finalizar el día el niño ha conseguido un total de ciento veinte diarios o un poco más, algo asi como 11 pesos si tiene suerte. Con eso ni siquiera le alcanza para comer, divertirse y crecer dignamente. Y eso que son derechos de niño.

Al llegar a su casa entrega los diarios recolectados a su padre.
Entre todos los que juntó hay uno diferente. Es el que está doblado, el del barquito . El padre ve que el niño lo guarda, se lo pide por las buenas pero el niño no acepta, una, dos y tres veces se lo pide. Pero al ver que es un barquito y que por algo  lo quiere, no insiste y hasta se conmueve. Quizás por no poder darle uno real o un autito  y que cambie esos muñequitos que tiene , que parecen masacrados a los tiros.

El tiempo corrió , los días, los meses, los años. Y el niño siguió juntando diarios en la misma estación unos años mas. Pero al hombre nunca jamás se lo volvió a cruzar. Juraba que si algún día lo veía le agradecería dicho gesto y a cambio le sonreiría , le daría una de esas difíciles sonrisas de arrancar de su cara y le pediría que le enseñe a hacer barquitos de papel.

Vaya a saber si nunca se cruzaron por descoordinación de tiempos o porque el hombre dejo de vivir ahí. El niño  lo busco muchas veces, hasta en otras líneas, otras estaciones y nada... nunca más supo de él

El niño, que ya no es mas niño, con diecisiete años consiguió trabajar en el kiosco de la estación Carranza, en el anden. Lo atiende de lunes a sábado y atiende 12 horas o un poco más . Pudo salir adelante pero nunca se mudo de la villa, todavía no le alcanzo el dinero para exiliarse.
Aún conserva el barquito, lo pone en un lugar visible del kiosco  y siempre que se acuerda lo lleva consigo. Cree que así algún dia el hombre aparecerá.

Hoy al salir del trabajo,  fue para su casa en la villa 31. Se tomó el tren en la estación y fue para Retiro. Una vez allí, pasó las vías de los trenes  y se metió por la calle Mujica. Tenia que patear unas 8 cuadras hasta su hogar.

Pero  a las pocas cuadras vio que algo raro sucedía. No alcanzó a elaborar pensamiento que se encontró en un fuego cruzado entre dos bandas que se disputan el poder en la villa.

Le faltaban solo dos cuadras para llegar cuando una de las balas le impacto en la espalda y le atravesó el corazón y el pulmón izquierdo, luego recibió dos mas por adelante a la altura del estomago, por ultimo algunas dieron en el cuaderno que llevaba las cuentas del kiosco, el cuaderno voló por los aires y se desparramaron todas las hojas

En el medio estaba plegado el barquito...que también recibió algunos impactos y se fue a pique y con el la vida de nuestro niño.

Entre el desparramo de papeles yacía su cuerpo,  murió instantáneamente desangrado. 
Pero entre todas las hojas que lo rodeaban había una que estaba desplegada que decía:

¨Muere pibe de diecisiete años en un enfrentamiento entre bandas de la villa 31¨



Emongo


Hace tiempo tengo ganas de contar esta historia, porque forma parte de mi vida y porque me resulta de una injusticia poética que creo que pocas historias lo tienen.
Corría el año 1991 y yo cursaba el segundo grado de la primaria en la Escuela Armenio Argentino en el barrio de las Cañitas. Recuerdo pocas cosas de esa época, algunos compañeros, a mi maestra y los precios de algunas cosas como los chicles y la gaseosa en lata. Recuerdo también que se jugaba mucho a las bolitas y al poliladron y recuerdo ,sobre todo, a un compañero que es el protagonista de este cuento que les contaré, su nombre es Emongo.

Emongo era un muchacho recién llegado del Zaire, su padre era embajador y había sido destinado a estas tierras. Emongo era negro, alto y muy simpático.  En ese entonces ver personas negras no era algo tan común y menos si eran de El Zaire. 
Con Emongo trabamos amistad rápidamente, Me producía mucho interés su forma de ser y sobre todo aprender de su cultura. Algo que recuerdo que me agradaba mucho era tocar su pelo micro enrulado que parecía una esponja y a Emongo esto no le molestaba. Con Emongo compartíamos muchos momentos y poco a poco yo le enseñaba a decir algunas palabras y oraciones en castellano. La más graciosa fue " Tirate un pedo" que la repetía constantemente y se la decía a todo el mundo, lo cual me hacía gracia por un lado pero me daba vergüenza cuando se la decía a las chicas y sobre todo a las de grados superiores.
Emongo y yo éramos muy unidos. No se si a usted le ha pasado, pero el proceso de ser niño y tener un amigo al que enseñarle cosas lo pone a uno en un rol de responsabilidad que a esa edad no se tiene. Con Emongo íbamos y veníamos de la escuela y en el transcurso de los días el iba adquiriendo más y más vocabulario, al punto que me contaba sobre su vida en El Zaire y otras tantas cosas que me fascinaban de él.
Un capitulo que recuerdo con mucho cariño es una vez que Emongo me defendió de uno que me había pegado una trompada en el estomago. Inmediatamente fue y se la devolvió, vino me abrazó y me consoló hasta que se me pase. En ese entonces me sentí muy protegido y querido por mi amigo.
La realidad es que Emongo no dejaba de ser visto como un bicho raro para muchos de mis compañeros y compañeras y para la sociedad en si. Todos nos miraban al pasar con cara sorprendida y Emongo respondía con la frase que había aprendido " Tirate un pedo", y nos reíamos y seguíamos camino.
Era superador ver a Emongo reírse de la sociedad y hasta debo decir era aleccionador. Pero hubo un día donde le tocó perder y sufrir la discriminación  fuertemente y ese día estaba yo presente, al lado de él y no pude hacer nada para defenderlo.
Ese día la niña bonita del grado, Morita, le dijo a Emongo " Negro de Mierda" y Emongo en un acto de justicia le respondió arrojándole una taza de plástico de Coca Cola, casi de goma era la taza, pero se ve que con la fuerza que la había arrojado no tuvo mayor suerte que ir a parar a un vidrio del aula. Vidrio que  se rompió. Seguido al estallido hubo un silencio, las miradas se posaron sobre Emongo e inmediatamente nuestra Señorita se lo llevó a Dirección. 
El hecho había sido grave, romper un vidrio en Segundo Grado es algo fuerte. Morita inmediatamente quebró en llanto y todos se acercaron a consolarla. 
Al llegar la maestra se hizo un silencio largo y nadie dijo nada. 
Al otro día Emongo no apareció por la escuela y se decía que lo habían suspendido. Yo quería saber de mi amigo pero nadie me decía nada. Primero eran tres días, luego cinco, luego quince ... y los días pasaban y Emongo no aparecía, hasta que entendí o me habrán hecho entender  que se había cambiado de escuela.
Al tiempo me llegó una invitación a su cumpleaños, no recuerdo como, pero recuerdo que mi mamá le compró una remera muy piola, con tonalidades fluor y una tabla de Surf muy canchera. El día del cumpleaños tenia mucha emoción por volverme a juntar con él, pero mi madre desistió de ir al cumpleaños o más bien hizo que no sabia cual era la calle o la numeración. La cuestión es que no fuimos y la remera me la quedé yo.
Por dentro mío sentí una gran tristeza y desolación. Nunca más supe de Emongo y siempre pensaba como habrá seguido siendo su vida y si él se acordará de mi como yo lo hacía de él. Siempre lo busqué por las calles, o pensaba que si le preguntaba a otra persona negra quizás sabía de su paradero, pero nunca lo hice.
El tiempo corrió y corrió. Los días pasaron y Emongo quedó como una evocación de una edad y de una injusticia que se había cometido y que yo no había podido resolver nunca. Emongo no era culpable, Emongo había reaccionado asi ante la discriminación justamente de una niña rubia, ojos claros y con olor a chicle en sus ropas (digo esto porque en lo noventa todo olía a chicle, el chicle era un estatus social).
En el año 2009 me encontré con Pito( ese es su apodo), un amigo mío y compañero de esa época que vivia en mi mismo edificio. Charlando de las cosas me cuenta que había salido una red social que se llamaba Facebook y que allí estaban todos nuestros compañeros. Lo primero que hice fue preguntarle por Emongo y me dijo que no se había fijado pero que seguro estaba. Inmediatamente subí a mi casa, encendí la computadora, me registré en Facebook y busqué a Emongo.
Entre todos los Emongo que había vi uno que era pelado y que me parecía que era él. Figuraba como Francoise Emongo. Me sorprendió que se llamará Francoise y que yo no lo supiera.
En su foto de perfil estaba con traje azul muy pintón, apoyado en un Rolls Royce y un reloj que asomaba de su manga derecha que parecía caro.
Inmediatamente lo agregué y esperé que me respondiera la solicitud, al hacerlo le escribí un mensaje contándole quien era. En seguida me respondió y algo se acordaba de mi; no con tanto afecto como yo , pero algo se acordaba.
Nos pusimos a conversar, me conto que vivía en Londres y que estudiaba Ciencias Políticas. Que andaba muy bien y al parecer tenia un buen pasar. Entre charla y charla   le cuento el recuerdo que tenía de la taza y lo injusto que me había parecido todo lo sucedido, además le pedí perdón por no haber hablado en su defensa.
Emongo rio con un jajajaj y me dijo que no lo habían echado por eso...
Al parecer su padre, el Embajador de El Zaire, había tenido un affaire con nuestra maestra y su madre se había enterado y lo amenazó con ir y contar todo en la Embajada, lo cual tendría un desarrollo nada favorable para la carrera política de su padre.
Luego Emongo desapareció de facebook junto con su perfil.
Al tiempo de esto dejé de preguntarme por su vida y como le estará yendo...
Lo que si me pregunto es si anda suelto por el mundo, vaya a saber por cuál continente, diciéndole
a la gente " Tirate un pedo" y haciéndome, sin darse cuenta, un homenaje en vida como el que le acabo de hacer a él.

* Al terminar este cuento me quedó latiendo una cosa , y es que si mi madre al enterarse de la situación del Padre de Emongo no me habrá querido mandar a la casa para evitar cualquier quilombo... o que El Emabajador quiera tener un affaire con ella.
















sábado, 8 de julio de 2023

En mi cielo

Tengo
En mi cielo
Una estrella
En forma de espejo

Un beso 
En el pellejo
Y un colibri
Que me saluda en las tormentas

Tengo
En mi cielo
Una doncella perdida
Y un  conejo relojero
Que me invitan 
A sus campos de mandarinas

Tengo 
En mi cielo
Un pedacito asegurado
Para el día en que el sol me llame
Y hacia alla vaya a quemarme

Sin titulo

A veces siento un algo 
En el costado del pecho
Que no puedo desanudar asinomas
Y mientras mas lo destejo el nudo paso a ser yo
Y me enriedo y voy espiralando
Hacia el centro de un algo
Las vueltas se hacen mas veloces
Y ya no tengo miedo
Porque si a algo vinimos
Fue para entrelazarnos

sábado, 3 de junio de 2023

voy
a volar en sueños
a naufragar despierto
a perderme en pasillos
a vislumbral lo desconocido

voy 
a acontecer lo acontecido
a dejarme llevar por lo sentido
a transmutar en cuerpos decididos
a pensar en lo vivido

voy
a ser mejor que ayer
peor que mañana
escrupulo del futuro
que se avecina y no espanta

voy
al living o a la cama
a las sierras o a la ventana
a las estrellas de frasada
a las caricias que se me escapan

VOY