miércoles, 20 de mayo de 2015

El día que la Locura le gano a la Cordura. (dedicado a Eduardo Galeano)

Hubo hace muchos pero muchos años, tantos que ni la humanidad los recuerda, un partido de futbol en el que se dirimieron dos posiciones enfrentadas por su estado mental , en un partido de futbol del que hoy se rescatan apenas algunos relatos perdidos en la odisea del tiempo y el espacio. No se sabe hace cuanto ni donde, no se sabe quienes vistieron tales camisetas ni quienes marcaron los goles, pero si se sabe cuales fueron los equipos. De un lado y con una camiseta gris con cuellito y bien planchadita, estaban los de La Cordura Futbol Club. Representada por personas prolijas que peinaban sus pelos a la media americana, bien afeitaditos, las medias hasta la rodilla y los botines tan lustrados que se podía ver el reflejo del sol. Todos ordenados en fila, con sus nombres en las camisetas y un número que los condenaba a mantenerse dentro de un cuadrante en la cancha. Del otro lado estaban Los Colifatos Futbol Club, y sus camisetas eran totalmente distintas, los números ( si es que lo tenían) estaban expresados con anagramas, sudokus, adivinanzas y hasta sueños de la quiniela. Decían que ellos eran más que un número, en tal caso eran una metáfora numérica que al querer pasarlo a un número comun y ordinario , podía ser cualquier resultado. No querían estar prefigurados o no sabían estarlo. Cada camiseta tenía un diseño totalmente distinto, y sus colores variaban  en una amalgama que quizas fuese imposible para el simple espectador distinguir. A ellos eso no les interesaba estandarizarse bajo ningun color, por algo eran Los Colifas y representaban a la locura. Mientras que sus oponentes, Los Cuerdos se burlaban de ellos  por su apariencia desalineada y sus pocas posibilidades de poder llegar a generar un juego lo suficientemente noble como para ser vencidos por aquellos.
Sabemos por documentos de la época que el partido se desarrollo en un estadio preparado para la ocasión. Con vallas de seguridad, con tribunas para los unos y los otros y con un operativo policial que envidiaria cualquier organización del deporte mundial. No sabían qué podía pasar, sobre todo cuando en la tribuna de los Colifas había tanto loco suelto.  El juez dio a elegir la cara de la moneda para iniciar el saque. Los Cuerdos eligieron Cara y los colifatos Canto ( aspecto imposible de la moneda a salir) El juez sin más remedio arrojó la moneda y cayó Seca. Ahí se produjo el primer paradigma ¿ quién debía sacar?
Por proximidad electiva y porque las reglas lo acompañaron, ganaron los cuerdos que sacaron del medio.
El partido comenzó y el medio campista de los cuerdos retuvo la pelota unos segundos en el medio. Nadie lo venía a marcar. Un delantero, el 9 , escapó por el medio, llegó al area y con un pase centro del medio campista a los pies clavó el primer gol… El arco estaba vacío. El arquero estaba distraido con el andar de un grupo de hormigas que iba desde el arco hasta el corner , donde cerca se encontraba un hormiguero gigante.  El 9 festejó por ser su primer gol en este clásico e inmediatamente fueron al punto central de la  cancha. Le tocaba sacar al Colifatos Futbol Club. Sacó uno que estaba cerca del medio campo y se la pasó a otro que tenía aún más cerca. Este se puso a pisar la pelota con los dos pies, la enredo entre sus piernas y la tiro por arriba suyo. La jugada fue espectacular, habia inventado La Bicicleta… lamentablemente nadie lo marcaba. El balón le cayó en sus pies y timidamente emprendió la carrera hacia una de las líneas del lateral… se le fue la pelota y marcaron un lateral para El Cuerdos Futbol Club. Los Colifas se miraban, no entendían de reglas y mucho menos del deporte marcado del fútbol. Así fue que El 7 de La Cordura sacó el lateral, se la pasó al 8 que gambeteo a un Colifa inerte y viendose cara a cara con el arquero pateó al arco desconfiando de que este la vaya a agarrar. El balón se clavo en un angulo y el jugador inmediatamente festejó… Pero ahora más apagado que el anterior. No entendían bien que pasaba en este clasico universal. Apenas elevó sus brazos y miró a la tribuna que era un poco más energica. Entre los que lo abrazaron estaba el arquero, quien lo felicitaba por haberla clavado ahí. Le pareció maravilloso y desafiante.
Nuevamente Los colifatos volvían a sacar del medio. Sin entender mucho las razones de tal reglamento, el mediocampista, que ahora era el arquero antes mencionado, metió un bombazo hacia su arco y mientras el balón se dirigia hacia su meta, el iba corriendo por debajo. Llegó unos segundos antes que la pelota e hizo una jugada que siglos más tarde un arquero colombiano imitaría… El escorpion. El arquero fue ovacionado por su tribuna, había hecho una pincelada de arte en su propia meta y con un disparo suyo. Una obra totalmente inédita hasta el momento. Los colifatos se abrazaban y festejaban la hazaña, mientras que en la distracción el 11 rival agarró la pelota y le mando un terrible bombazo que puso el marcador 3 a 0. Los cuerdos celebraron pero fue una expresión tibia. Apenas se había oido un susurro. Mientras que Los Colifas aun no podían creer la jugada que había hecho su arquero.
La tribuna de La Cordura miraba con recelo estos movimientos y si bien los sorprendían no podían parar de juzgarlos. “ eso no es futbol”, “ que se vayan a sus casas” , “ que los encierren en algun lado” Se podía oir entre los fanaticos de La Cordura. El partido siguió su desarrollo, pero pocos entendían lo que pasaba. Pocos eran los Colifas que se divertían inventando piruetas, hazañas y retruques que poco tenían que ver con el metódico deporte futbolistico. Los goles seguían lloviendo y el desarrollo era anormal en estas condiciones.
Ya con el tanteador bastante desparejo y los jugadores de La Cordura totalmente cansados, desanimados y aburridos, hubo una jugada que fue clave y fue por parte de los Colifas. En un saque de arco el arquero se la había pasado de cabeza al defensor ( no se sabía si estaba permitido pegarle con tal parte del cuerpo, pero aún así lo hizo y el reglamento nada decía al respecto) luego la tomó uno que andaba ahí cerca y medio pisandose los cordones cruzó sus piernas y mando algo que luego fue llamado Rabona, se la puso en el pecho al que se había mandado la bicicleta, quien nuevamente la volvió a hacer, pero esta vez con un marcador incisivo frente a él, al bajarla no dudo un segundo en atrapar el balón con los pies , y haciendo una vertical y dejando salir el balon en la altura mandó un centro que le quedó en una mala posición al delantero quien en ese momento quedó alucinado con un sol dorado que los alumbraba y queriendo pegarle una patada al cielo metió un chilenazo que fue una pelota a dirimirse entre el arquero y otro jugador que al ver que no llegaba se tiró en una zambullida a la pileta y metio un palomazo que termino por desviar la pelota al palo izquierdo del guardametas. El balón entró y los Colifas se abrazaron como locos, pero como locos en serio. Cantaban, gritaban. Se agarraban unos a otros y se lanzaban a los aires. Se hacían cocochos. Ni ellos podían creer tal magnificencia artística. Celebraban la magia con la que habían sortiligeado al equipo rival. Poco les importaba ir perdiendo por una diferencia de diez o de cien goles. Los Colifas no necesitaban de cantidad, necesitaban de calidad. El partido pretendió seguir. Pero quizas el extasis consumado en aquel pequeño gol artistico habia dado orígen a algo que no sabían de sí mismos Los Colifas. Y era que podían hacer de un juego totalmente estructurado y reglado, un juego artistico, lleno de metaforas y fantasía que poco tenía de deportivo y competitivo. Pero fue imposible. Al arrancar el segundo tiempo ya todo estaba perdido. Los jugadores no se presentaban al campo de juego, estaban distraidos haciendo cualquier otra cosa. El arquero perseguidor de hormigas ahora había intervenido el arco con hormigas que iban y venían, el habilidoso bicicletero no paraba de hacer piruetas con los alambres enresortijados que tenía por piernas. Los supuestos delanteros habían inventado una canción hermosa que cantaban a coro al arquero rival. Todo era un desmadre si se lo pensaba desde lo deportivo. El partido debió ser suspendido porque Los Colifatos no pudieron verse subsumidos bajo las reglas de un deporte que ya poco les interesaba y en el que habían encontrado la belleza por fuera de sus normativas. Una roja al hombre que se puso a girar el balon sobre un dedo, otra roja para aquel que la embolzó en su camiseta y le mandó saludos a su mujer embarazada en la tribuna. Doble roja para el coro de delanteros que no paraba de cantar y cantar.
Como es de obviarse, el Cordura Futbol Club ganó tal encuentro. Pero se fueron con sus caras largas y sus ropas impecables a sus hogares, apenas un breve silencio los acompañó. En cambio Los Colifatos festejaron, y festejaron como si hubieran sido campeones universales. Su tribuna hizo lo mismo. Saltaban del alambrado para celebrar con ellos y les convidaban algun elixir paravalanchero…

Extrañado por la situación , uno de los comentaristas se acercó para preguntarle a uno de los jugadores porque celebraban tanto si habían perdido. El Colifato les respondió simplemente
“  Porque nos hemos dado cuenta que no hay regla que pueda atar nuestro arte, porque mientras Los Cuerdos hagan goles ,aquí adentro de este estadio, en esta cancha, significa que nosotros podemos hacer mucho más allá  afuera, sin reglas, sin premeditaciones, sin estructuras, sin jaulas mentales… Solo con el corazón y la belleza que entregan la magia, las artes y sobre todo La poesía de la vida. Porque de eso se trata la vida. De celebrarla. De Celebrarla día a dia”


FIN



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