sábado, 16 de septiembre de 2017

En cuantas mesas de bar he de naufragar hasta la proxima isla q me vaya a abrazar. El momento, la contemplacion, la mirada misma de alguien que sabe la desdicha del amor. Que ya no sangra y que no tiene fulgor. No se le niega un vaso a la alegria, menos cuando viene a acodarse con nosotros cara a cara. No se le pide limosnas al bobo motor. Se chispea la bujia y se quiere a todo vapor. Se enfrenta a nostalgias q ya no empañan vidrios y q se borran con un soplido. No queda nada en la mesa y yo sin lumbre.  Me pregunto entonces porque al sol le sobra fuego y a mi me falta encendedor.

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