
Un taxi frena en la puerta de un cabarulo de Recoleta. En su interior el taxista apaga el reloj, le dice cuanto es al cliente, este saca su billetera, entre dolares abarrotados asoma Roca y vuelve San Martin, lo guarda en el cocodrilo y se lo lleva al bolsillo. Abre la puerta, una bota de cuero de algun reptil besa el asfalto, luego la otra. El hombre es recibido por el portero del local, quien le hace unas preguntas en ingles y estira su cara mostrando su sonrisa escarlata, recibe una propina y pasa.
En la puerta de al lado un niño duerme con las rosas que le dio su madre para vender esa noche. El hambre apenas lo invita al sueño. Un sueño gris y negro, vacio de luces y colores, ausente de cielos y estrellas.
El hombre de las botas de reptil sale acompañado por una dama nocturna, el niño se despierta e intenta venderle una rosa. El hombre lo rechaza y sigue su camino al hotel que lo albergara transitoriamente.
Al rato el hombre regresa mas relajado, el niño le ofrece de vuelta la rosa y el lo vuelve a rechazar, acompaña a la dama hasta la puerta, le da otra propina al doorman y se sube a otro taxi.
El niño vuelve a dormir con sus rosas en la mano, rosas que estan marchitas porque nadie las compra.
El niño entra otra vez a su sueño gris. Cada tanto un gesto le invade la cara, es el hambre, ese enemigo interior con el que ya sabe convivir.
YO NO QUIERO SER MAS EL FOTOGRAFO
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