sábado, 6 de diciembre de 2025

A los Parroquianos

El Vai o el ven de la puerta de entrada o salida. Poner un pie adentro del bar y sentir el paso de un soldado que entra a Roma por la puerta grande. El saludo de lejos y a coro de los "yoyamu" que lo celebran como un gol y vociferan en un monosílabo "meraquienvino" cada vez que un parroquiano llega al bar, nuestro bar.
El saludo de uno o del otro lado de la barra a Tito que lleva un repasador blanco colgado de su brazo mientras esgrime números mágicos en la caja registradora y los sella en papelitos que va colgando a sus espaldas donde un cuadro de Gardel y otro de Fangio certifican que cierren los números (con la gente adentro, claro está). Porque el día que Tito deje afuera a alguno, la justicia romana no se lo perdonará. Un balón de cerveza abandonado deja sus venas de espuma y acompaña la imagen del Flaco Tito y un chapoteo en la bandejita de adicionales que siempre llevan el mismo orden, Papitas, palitos y Manises. Calendarios viejos que guardan el testimonio del paso de los días y de las linuyas que allí se suscitan una y otra vez. Y es que uno puede hablar de cualquier cosa en cualquier lugar, pero en un Bar, la cosa tiene otro color. Un cortado por acá, un cortado por allá, una Birra o un Cinzano van  de tripulantes , viajando en esos platos voladores y llevan a la mesa el secreto que solo las almas de ciudad, almas de taberna, saben descifrar. Porque cuando uno se sienta frente a frente con un gomia, en esas islas llamadas mesas y llega naufragando, sabe que ahí hay algo de vida. Luego prende un pucho y lo apoya en esos ceniceros dorados y opacos triangulares en extinción, sabe que Freud y Lacan se van a tener que tomar el palo, nada de teorías ni de  libros. Allí el libro es uno, o el otro, y leerlo no es más que jugar al ping pong, aceptando y aceptándose sobre todo la palabra sincera, la palabra de uno que la vivió ... o se la contó el amigo de un amigo. Se habla de todo y de nada a la vez.  Pero se habla. Un tronar de Bochas de Pool al fondo y las nubes bajas del tabaco son el clima constante de este rincón de la vida. Rincón al que acudo cada vez que mi alma, cómo la de todos los parroquianos que alli asisten ... nos saben dar

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