martes, 24 de febrero de 2015

Viaje al sur en dos ruedas III



Comienzo a acomodar las fotos una a una de este viaje maravilloso que tuve y hace unos dias que vengo ensayando miles de millones de palabras que puedan expresar lo hermoso que fue viajar arriba de La Turquita a traves de La Patagonia. Ya ayer mientras hacia mis ultimos kilometros arriba de su montura desde Viedma hasta Bahia Blanca , pensaba lo que me habian dado y lo que me habian dejado. Pasé varias, no se si todas Pero las pasé.

Viajar y sobre todo manejar se componen de ese elemento magico que es el atravesar el tiempo y el espacio, desubjetivisarnos, olvidarnos por un rato de la coctelera de mierda que nos da vuelta de tanto en tanto y poder agarrar los problemas desde otro lugar. Mirar alrededor de uno y sentirse enormemente pequeñito. No ser nada y serlo todo a la vez. De tanto en tanto me quejaba por la velocidad de mi Turquita, pero entendi y comprendí la importancia de la constancia en el andar y andar. Ojala pudieramos aplicarlo en la vida. No apurarnos, disfrutar el camino de las cosas. De todo , del día a día, del amor, de la vida. Guardé en la memoria la tranquilidad que tienen los costados de las rutas cuando uno se frena a fumar un pucho y a darle descanso al motor , y ver como los autos pasan a todo culo quizas sin importarle lo que los rodea. No huelen, no oyen, no ven. Atravesé una nube y sentí como la humedad me acariciaba cada uno de mis poros, senti la lluvia caer y mezclarse con las lagrimas que te saca el frio, saboreamos la tierra en los caminos de ripio y lo más fantastico fue pasar por abajo de un arco iris. No se si la vida me volverá a presentar tal experiencia, pero sé que es una buena excusa para hacer ronronear a La Turca y salir a la ruta cada vez que se me explote el calefón.

La moto es pequeña, es riesgosa y si Eolo se las agara con vos, fuiste. Pero todo eso tambien la convierte en una excusa para crecer. Crecer kilometro a kilometro. Pensarse , quererse y siempre un poquito más que hace unos kilometros. Porque en definitiva somos sencillos, nos quieren vender que cada dia necesitamos más cosas para ser felices. El ultimo celular, el ultimo I phone, el ultimo... el ultimo... el ultimo.... todo lo ultimo. Y no te das cuenta que para lo ultimo quedaste vos. Agradezco mucho a todos los que me acompañaron en este viaje, a todos los que conoci compartiendo ruta, a todos los que se cayeron conmigo y se volvieron a levantar, a los que saborearon el mismo polvo del ripio que nosotros, a los que se lastimaron y gotearon su sangre en la tierra, a los que nos bancaron, a los que nos tiraron un Aguante, al ferroviario que me dijo que ir con un 125 es aventura, ¡eso es aventura!. A ellos Gracias. A los Dioses. Febo, Tlaloc, Eolo, Cirse. A ellos que se presentaron de un modo u otro para complicarme o para ayudarme a seguir. Que no les guardo resentimiento, que a ellos gracias encontré la redencion que necesitaba mi alma y yo. Que a ellos gracias superé cada uno de los obstaculos que tuve (incluyendo el choque, caida y raspon) que a ellos gracias me di cuenta que a cada Kilometro crecía más y más . Porque hace un mes y medio que me fui de casa. Porque hace 5000 km que sé mucho más de mi.


Gracias Turquita. Por muchos viajes más!

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