jueves, 15 de febrero de 2024

Salud, Abuelo.

 La vida está llena de esas y sino tenes las otras, pero lo importante de vivirlas es que siempre tienen un mensaje atrás o al menos tendrían que tenerlo, sino para qué existen las experiencias en la vida. Yo a veces las uso como anecdotario en una reunión familiar o en una entrevista laboral, lo mismo da. Siento que si viví tal o cual experiencia es porque me la pusieron en el camino ( la experiencia, digo) y si eso fue así es porque yo tengo un mensaje para transmitir o una enseñanza que rescatar ; y es aca donde me quiero desarrollar en este encuentro que estamos teniendo usted y yo, una experiencia que dejo una enseñanza.

Era el verano del 2013, recuerdo como empezó y todo. Llegué del trabajo ese día a las 14 hs, hacía mucho calor, me caían gotas de sudor solo de estar quieto, me saqué los zapatos inmediatamente y empecé a armar el bolso. Esa misma tarde tenía pasajes en tren para ir de Buenos Aires a Tucumán, iría con mi pareja de ese momento, Marina su nombre.

Confieso en este apartado que siempre fui amante de los trenes y que además de ser más baratos el viaje se me hacía mas soportable, un poco de vagon comedor, otro poco de ir a fumar al furgon, en algunos momentos sentarme en el estribo a ver el paisaje, los poetas somos así y no hay con que darle. El poeta no puede conformarse con un viaje en primera clase, ir al vip de un hotel y cenar mirando un paisaje de ensueño. No, el poeta debe y tiene la responsabilidad de encontrar poesía en lo simple y en lo sencillo.

Sencillo es todo menos viajar 20 horas en un tren cagado de calor. Pero el espiritu poeta y aventurero lo vivian todo como si fuera una excusa para luego poder derramar la tinta en el papel.

Llegamos a Tucuman y el sol nos partia al medio, calculo que sería el mediodia.  Salimos a recorrer el centro y luego a la Casa de Tucuman donde se declaró La Independencia de nuestro país. De ahí fuimos a la terminal y nos dirigimos  a la Terminal de Micros, vimos los posibles destinos y nos decidimos por ir a conocer la Yunga Tucumana, una especie de selva que se extiende sobre el oeste tucumano a unos 60 kilometros de la capital.

Al llegar nos invadió un golpe de humedad que creo que pocas veces viví, tenía transpiradas partes de mi cuerpo que no sabía que transpiraban y me invadía la preocupación de pensar que mis vacaciones serían en este clima, en esta yunga con esta humedagggg. 

Hicimos unos pasos y rapidamente encontramos el camping donde tirariamos nuestra carpa. Hablamos con la encargada del lugar que nos asignó un lugar especial con mucha sombra y cerca de todo. Convengamos que el camping era muy chico y que todo iba a estar cerca de todo... incluso de quien alimenta esta historia... que no era yo, no era mi pareja y no era la recepcionista... Era él... era inmensamente él. Un muchacho lungo, rubio de ojos claros que también estaba con su pareja de vacaciones en carpa y en el mismo lugar que nosotros.  

El hombre amistoso que les cuento se nos acercó inmediatamente cuando nosotros al terminar de armar la carpa le dimos mecha a un porro. El sin más que su simpatía se nos acercó pidiendo si salía una seca y yo, que nunca tuve problemas en el arte de convidar, acepté. 

Creo que cuando te vas de vacaciones en pareja es muy importante hacerte amigo de otra pareja, es como fundamental, como una fraternidad implicita que se encuentra en cada alianza y que trasciende lo meramente formal de una amistad de años. Una amistad de parejas en vacaciones puede alcanzar limites inigualables. La aventura, las anecdotas no compartidas, la valentía, el orgullo y hasta una especie de auto examen aparecen en esas amistades. Uno se compara con esa pareja y ve si está mejor, peor o igual . Todo eso se puede saber en 10  o 15 minutos, maximo 20, igual pueden aparecer sorpresas.espejo y es ahi donde debemos saber caminar entre brasas y vidrios cortados en punta.

El muchacho se presentó diciendonos que se llamaba Pablo y su compañera se llamaba Marina y era tocaya de la mía ¿Una coincidencia del destino, una característica de las sorpresas espejo?

El primer contacto entre pareas fue ameno, diría ameno y algo más. Nos vimos amigos con Pablo y nos sentimos hermanos. Habia algo que nos unía. Podrian ser las artes, una visión del mundo, cierta perspectiva ante la vida... no sabíamos qué, pero algo nos unía como el hilo rojo de la leyenda japonesa.

Eran las 14 horas bajo un sol tucumano que derretía nuestros testuces y mientras desarmabamos nuestros petates y poníamos puntos en común sobre cosas para hacer y lugares para ir , Pablo dijo las palabras mágicas " ¡¡Che festejemos esta amistad con una birra!!". Inmediatamente ví en sus ojos el triple siete de las tragamonedas, vi sonreir e iluminarse toda su expresión y entendí que nos unía con Pablo... La birra, si, la sagrada y perfecta meada de los dioses, el elixir del encuentro humano. Es más a veces pienso " que dificil debe haber sido el mundo antes de la birra" ¿ a que se encontraba la gente? ¿ cómo se festejaba? ¿ Cómo se olvidaba un amor?... es que así somos, seres sentibirrantes.

Sin más titubeos que los puestos, Pablo y yo nos abrazamos y alla fuímos en busca de la cerveza mencionada. El almacen quedaba como a unos cien metros cuesta arriba de una calle aledaña al camping donde estabamos, más precisamente en el sector de las mesas con el palo en el medio y que tienen un techito de paja. Desde ahi se nos veía el ir y venir al almacencito en cuestion.

Y ahí estabamos, Pablo y yo, Yo y Pablo, el hilo rojo. Pablo, yo, el hilo rojo, la señora del almacen que nos miraba raro al ver tanta algarabía y tanta celebración de una amistad que recien se concebía como tal y que no iba a tener final nunca jamas, por que eso eramos.

La mujer nos trajo una cerveza que recuerdo la definio como " Tobillo de Albañil", así blanca, con una capa de escarcha y a la temperatura perfecta para que al pasar por nuestro garguero nos enfríe hasta el ultimo milimetro de aparato digestivo y por que no una ventizca al alma que tan bien nos hace.

No dudamos un segundo, la destapamos y bajamos por la lomita, nos encontramos con nuestras respectivas parejas y les convidamos un trago de eso tan fantastico que teníamos. 

La charla siguió amena y fraterna... pero algo, porque siempre hay un algo, iba a hacer cambiar el rumbo de las cosas cuando estabamos a menos de un cuarto de terminar esa Cerveza " Tobillo de albañil". Pablo un poco más euforico que antes pidió que nos tomemos una más. Su euforía desató la mía a lo que dije "acá no se baja nadie", nos abrazamos,  hicimos pogo, cantamos canciones contra la policia y creo que algun piedrazo arrojamos a un patrullero inventado. La alegría era total, Pablo sonreía, yo sonreía, mi pareja sonreía... pero había algo que no cuadraba, que no armonizaba con la situación y era la cara de la Marina de mi amigo Pablo. Ella no estaba del todo contenta y yo no supe percibir por qué. Quiero aclarar que tengo un defecto para detectar las caras de ojete, pero a veces me doy cuenta y sin embargo decido no darles bola. Pero esta vez, esta cara, la de esta chica era distinta. 

Pablo tomó dinero de su bolsillo, lo sacó hecho un bollo y dijo nuevamente " Voy por otra birrola de albañil " y repitio mi frase " aca no se baja nadie". Le dije de acompañarlo y él no quiso, luego se fue caminando cuesta arriba esos cien metros y lo vimos como caminaba de manera medio desgarbada y con un paso liviano. 

Mientras eso sucedía, su compañera nos contó que Pablo había tenido un año complicado y que habían venido de vacaciones escapando un poco de esas cosas y que tratemos de no motivarlo  a hacerlas porque había tenido un año muy duro en cuanto a esas dificultades y que venía dandole pelea... aunque parecía que la venía perdiendo por goleada.

En tanto oíamos estas palabras nuestro ánimo, principalmente el mio, se desmoronó, me sentía culpable de haberle dado máquina a Pablo, me sentía responsable de todo lo malo que le podía llegar a suceder a Pablo y lo peor de todo... me sentía complice de su debilidad por el alcohol... ahí el hilo rojo que nos unía se convirtio en una soga. En sincronía lo vemos al titiritero bajando por la colinita más contento que antes. El era feliz, su paso ahora era liviano y saltarín, su problema con el alcohol estaba resuelto, lo había conseguido ¿ Que otro problema podíamos llegar a tener en ese momento?

Pero al llegar el clima ya era otro, la charla estuvo como apagada y traté de no hacer comentarios ni movimientos que pudieran despertar en él la famosa Sed Peligrosa. Pero no hubo caso, ya era tarde.

Al terminar la segunda cerveza dijo " No nos vamos a quedar rengos", celebró y brindó a la salud de todos. Nosotros no llegamos a expresarnos que él sacó nuevamente dinero y fue por otra birrola más.

Su compañera nos miró, levanto sus manos palmas para arriba y dijo " Pablo ya es grande, tambíen tiene que saber lo que hace". A esta altura la cerveza que traía Pablo tenía el sabor de la culpa, la responsabilidad, el enojo, las luchas, las superaciones. Apenas bebimos unos tragos más, la charla se fue apagando y nos fuimos a terminar de armar la carpa. 

La tarde trascendio entre una siesta bajo el humedo clima de la Yunga Tucumana y unos matecitos al costado de un arrollito. 

Para cuando se hizo la tardecita planificamos hacer algo sencillo de cocinar para poder comer a la nochecita. Quise comprar un vino pero preferí no hacerlo por si aparecía nuestro mencionado amigo.

Llegada la noche el clima cambió, entro un viento del norte que chocó con un aire frio del sur, lo que llevo a desatar una tormenta electrica, con caída de granizo y lluvia torrencial. Nos tuvimos que refugiar todos bajo un quincho, medio tinglado que había. Alli nos encontramos con Pablo, Marina y otras dos o tres parejas que había en el mismo lugar. Enseguida y a modo de hogar de refugiados nos pusimos de acuerdo para hacer un gran guiso. -Vos poné el arroz, yo tengo dos tomates, ¿vos podrias poner esa lata de arvejas?, ¿ alguien tiene una olla grande?

Algo que noté es que no había alcohol en la mesa y pensé que quizas esta situación Pablo ya la habia vivido con todas las demás personas. Preferí no preguntar, pero entendí que venía por ahi la mano.

Todo venía de maravillas, algun vino giraba en la preaparacion, pero Pablo estaba domesticado. Sobre el se veía una cartelito que rezaba " Solo una copita, nada más".  Los rayos caían cerca y su golpe se sentia en el suelo. Teníamos miedo pero lo olvidabamos en la linuya compartida entre todos los que estabamos ahí.  Pero hubo un rayo que fue distinto,  hubo un rayo que lo trajo a él y la trajo a ella.

Así como si nada aparecieron en medio de la tormenta una pareja jovencita, de unos veintipocos de años. Muy bonitos los dos, muy prolijitos. El estaba peinado y olía a rico perfume, ella era una princesa que recuerdo tenía unas sandalitas blancas de charol con un moño que relucia en su inmaculación. Esta parejita recien llegaba,  segun nos dijeron, en tren desde Santiago Del Estero. Yo no lograba comprender tanta pulcritud despues de un viaje tan largo y una tormenta recibiendolos.

Se presentaron e inmediatamente los hicimos parte del guiso y del fogon. El muchacho un poco timidamente puso enfrente nuestro una conservadora verde manzana y dijo... aca tengo Fernet por si alguien quiere.

- ¿ Y tenés hielo?

- Si y coca y vasos y todo...

Se nos iluminaron los ojos y la sociedad de protectores de beodos perdió el control. Inmediatamente nos pusimos a armar fernets mientras veíamos los rayos relampaguear cada vez más cerca y comimos guisos y fuimos muy felices esa noche. Atacados por el sueño nos retiramos a la carpa y nos despedimos muy amablemente de todos.

Al despertar al otro día, temprano como me gusta a mí, me encontre de espaldas a Pablo que estaba sentado en un banco del quincho donde habiamos cenado la noche anterior. Al verme, se da vuelta, me saluda  -Vecino ¿ Cómo va?, un traguito? Y escurrio la botella hasta sacar las ultimas gotas.

Le agradecí pero le dije que recien amanecía y que no era momento para mi.

Él alzó su vaso y lo llevo al cielo, al punto Cenit donde pega con el sol y esparce sus rayos al infinito y me dijo - Mi abuelo era italiano y todas las mañanas antes de ir a trabajar 

- Salud Abuelo. Le pego un último beso al fernet y se fue a dormir.


Ese día y los posteriores a ese y aún hoy día mientras escribo estas líneas recuerdo a Pablo y siempre pienso lo mismo. Él no tenía un problema con el alcohol, él extrañaba a su abuelo y lo recordaba cuando tomaba alcohol.  Comprendí en ese momento que las adicciones existen por una falta de algo. En un momento perdemos una pieza de nuestro rompecabezas, y eso hace que se vayan perdiendo otras y a veces hasta tiramos el tablero a la mierda porque ya no tiene sentido nuestro rompecabezas sin esa ficha, pero no nos damos cuenta que la vida, el rompecabezas este que habitamos, tiene mucho sentido con el resto de las fichas. Quizas la obra no esté completa ¿ Pero quien está completo en esta vida?

Aprendamos, entonces, a ser los destartalados, los incompletos, los titiriteros que a veces los domina el titere, los menos preciados, el talon de Aquiles sin Aquiles... En definitiva aprendamos a brillar aun con la luz apagada. La luna de tanto en tanto sale y nos ilumina y si no mientras tanto miremos las estrellas.

El resto dejémoselo a los mortales.





 










 











 




 









 




 



 






  

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